Entre hermanos y en familia. Comentarios sobre el libro

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Me sucede con frecuencia.



Compañeros de trabajo (en la empresa donde llevo 20 años traduciendo), familiares – lejanos y cercanos - y mis propios hijos de repente me comentan: "Me acordé de ti anoche…" y ya sé que vieron una película, programa o documental o leyeron un artículo, reportaje o libro relacionado con la discapacidad…

 

A veces pienso que para ellos, mi vida tiene una única dimensión.

 

Muy injusto, por cierto. Me interesan muchos y variados temas. Leo de todo un poco (con particular afición por los libros policiacos), visito museos, cines, teatros, salas de concierto y muchos etcéteras.

 

Sin embargo, lo acepto, para muchos amigos y familiares soy el punto de referencia para esos temas.

 

Es así que en estos días mi hija Elvira, de visita corta en Venezuela, me obsequió por mi cumpleaños un texto de ficción, perteneciente al género de la literatura juvenil (y qué mejor, en la fecha de mis 49!) titulado Al Capone Does My Shirts, (Al Capone lava mis camisas) escrito por la norteamericana Gennifer Choldenko.

 

La contratapa adelantaba…

 

"Cuando su familia se muda a la Isla de Alcatraz para que su padre pueda trabajar como guardia y su hermana pueda asistir a una escuela especial en San Francisco, Moose tiene que dejar atrás a sus amigos y a su equipo de baseball ganador. Pero, vale la pena, ¿cierto? Si su hermana, Natalie, puede encontrar ayuda, quizás su familia finalmente sea normal.

 

Pero en Alcatraz su papá está tan ocupado que nunca se le ve. La preocupación de su mamá por la situación de su hermana (hoy lo llamaríamos Autismo) empeora al no contar con la familia extensa para ayudar con sus crisis y necesidades constantes. Y, claro está, nunca alcanza el dinero…"

 

Autismo, dilema familiar, conflicto entre hermanos… perfecto para mamá, ¿no?

 

Pero que suerte la mía que Elvira me obsequiara el libro. Me lo leí de un tirón. Lágrimas aquí. Carcajadas allá. Y el tiempo volando...

 

A lo largo de sus más de 200 páginas se despliega la historia de Natalie y Moose, dramática pero plagada de humor y ternura.

 

Corren los años ’30 y Moose, de 12 años, debe mudarse a la Isla Alcatraz (sede de la temible carcel homónima, reservada para los más fieros criminales) donde su padre, electricista de oficio, debe emplearse como guardia para que su hija Natalie, con una discapacidad muy aparente, pueda asistir a una reconocida escuela especial en San Francisco, ciudad que se encuentra de cara a la Isla de Alcatraz.

 

El cambio no resulta fácil para Moose. Ha dejado atrás a sus amigos y a su escuela. Debe forjar nuevos lazos de amistad e integrarse a una nueva cultura escolar. Sin embargo, la integración no resulta fácil ya que Moose debe responsabilizarse por gran parte del cuidado de su hermana Natalie, quien hoy diríamos presenta Autismo. (En 1935, fecha en que se sitúa el libro, el Autismo no había sido identificado aún y mucho menos se comprendían sus particularidades y los abordajes para tratarlo).

 

Los expertos han sugerido a los Flannagans, papás de Natalie y Moose, que la mejor solución para su hija sería “institucionalizarla”, pero la familia lo ha intentado todo, incluyendo terapias experimentales, con resultados poco alentadores. El único rayo de esperanza lo representa esa renombrada escuela en San Francisco.

 

El cuidado de Natalie se hace muy difícil. Ambos padres deben emplearse y trabajar sobretiempo para satisfacer las necesidades familiares (es la época de la Gran Depresión) y Moose es el único que logra entenderse con su hermana, llegando inclusive a enfrentarse a su madre sobre cómo ayudar mejor a su hermana.

 

Poco a poco Moose y Natalie descubren y se integran a la comunidad de familias que viven en la Isla. Y finalmente, entre todos – y con una ayudita del propio hampón Al Capone, encarcelado allí – encuentran un lugar al que Natalie puede pertenecer.

 

Los dilemas familiares son centrales a la historia. Los Flanagan resultan “de carne y hueso”. La forma en que cada uno de los miembros de la familia se aproxima a Natalie y aborda sus dificultades resuena a realidad.

 

Por cierto, al tener este libro en mis manos por primera vez revisé la nota biográfica sobre su autora y no vi referencia alguna a que Choldenko escribiese partiendo de alguna vivencia personal.

 

Sin embargo, a lo largo de su lectura me repetía que tenía que haber experiencia cercana con la discapacidad por lo fidedigno de la historia, lo respetuoso y auténtico de la narrativa.

 

Finalizando el Epílogo del libro, donde la autora habla sobre el quehacer diario en Alcatraz en la época que se desarrolla la historia y sobre las características del Autismo, aparece esta nota:

 

“Natalie es un personaje completamente de ficción. No se pretende que simbolice o represente el autismo en forma alguna. El personaje fue inspirado en mi propia hermana, Gina Johnson, quien tuvo una forma severa de Autismo.”

 

Tenía que ser.

 

A continuación traduzco algunos párrafos entresacados del libro “Al Capone Does My Shirts”, a título ilustrativo... Por cierto, la selección de párrafos que sigue pretende resaltar para el lector situaciones que pueden sucederse entre hermanos, cuando uno de ellos presenta una discapacidad. Ilustra sentimientos que pueden aflorar, en la voz del protagonista y narrador de Al Capone does My Shirts, Moose Flanagan, 12 años de edad, hermano de Natalie, Autista, de 15 años.

 

Cabe señalar que el libro del cual hemos tomado estos párrafos emite un mensaje positivo sobre el amor, la lealtad, la solidaridad entre miembros de una familia enfrentando una difícil situación. Nuestra selección apenas pretende mostrar una arista de la compleja problemática presentada tan estupendamente en el libro.

 


Páginas 31-32

 

Moose describe la reacción de sus padres cuando él se llena de ira por una acción de su hermana:

 

Una vez, cuando era pequeño, le grité a mi hermana por detrozar un Dugout que yo había construido con cartón y mi mamá no me habló por un mes. Mi papá me dijo que tener a Natalie como hermana era algo así como jugar pelota cuando eres 100 veces mejor que tu oponente. Siempre ganarás, pero te hará sentir como una rata. No supe exactamente que tenía que ver ésto con que mi hermana me hubiese arruinado mis cosas y que mi mamá enmudeciera. Pero lo que sí quedaba muy claro era que ponerme bravo con Natalie era lo único que nunca se me perdonaría.
Pág. 167-168

 

La reacción de Moose ante una crisis de su hermana:

 

Natalie se está meciendo durísimo, como un botecito en la estela de un gran barco (...) Meciéndose violentamente. ¿Por qué no la dejo hacer su perreta? ¿Por qué esforzarme tanto? (...) Ahora está girando. Yo trato de ignorarla. Abro mi libro, pero leo la misma oración una y otra vez (...) “Detente, Natalie!”, le grito.

Pero se está perdiendo. Ha empezado a gritar (...)

“¡Detente, Natalie!”, le grito más duro, en su cara. “¡Deja de ser así! ¿No vez lo que estás haciendo? Ya no eres una niñita, ¡deja de actuar como una!”

Se tira al piso. Patea la mesita de centro.

“¿Tienes alguna idea de lo que nos estás haciendo? ¿A mamá y a papá? Estás envejeciéndolos. Se preocupan por ti todo el tiempo. Por lo menos podrías intentarlo. Al menos puedes hacer eso. A veces pienso que ni siquiera lo intentas y te odio por eso, Natalie. Nosotros lo intentamos todo y tu no. ¡Te odio, Natalie! (...)

Entonces miro dentro de sus ojos atrapados. Donde quiera que esté, no puede salir, lo cual solo la hace gritar más duro. Y de repente, ya no me siento enojado...”
Pág. 175

 

Moose acompaña a su hermana mientras descansa, reponiéndose de la crisis descrita en el párrafo anterior:

 

En el cuarto de Natalie, ella sigue durmiendo, pero me siento mejor acompañándola aquí. Se ve tan apacible cuando duerme. Tan normal. Es la hermana que pude haber tenido. Veo entonces la persona que nos perdimos.
Pág. 182

 

Moose está encargado de cuidar a su hermana y mantenerla tranquila pues al día siguiente tendrá la segunda entrevista. Sin embargo, algo sucede y provoca una crisis...

 

Me fijo en Natalie. Está muy bien... entonces la escucho rompiendo papel... Sus ojos están comenzando a enturbiarse. Los pedacitos de papel vuelan por el aire, regándose por todas partes.

Oh-Oh... “Natalie,” le digo, “... Vamos a comer torta de limón. ¡Torta de limón, Natalie!” Por un segundo tengo su atención. Nos sentaremos, comeremos, y todo estará bien... Pero entonces las fuerzas dentro de ella chocan. Casi puedo ver la batalla en sus ojos. Y de repente, la tormenta gana fuerza. Sus ojos se están retirando y (Natalie) se tambalea al borde del precipicio...”
Página 137.

 

Moose describe un momento mágico en que hace “conexión” con su hermana...

 

“Nada de Botones, muchachita,” repite Natalie, y esta vez la logro escuchar. Está imitando la forma en que Mrs. Kelly* habla! Natalie está haciendo un chiste. Es la cosa más cómica que jamás he escuchado!

Por un segundo me parece que Natalie sonríe también. O quizás solo lo imaginé. Fue así de rápido.

Quiero sostener a Natalie cerca de mi. Retenerla para que no se vuelva a ir. Me encanta hablar con ella así...”
*Nota: Sobre Mrs. Kelley: Recién mudados los Flanagan a Alcatraz, Natalie se presenta para una entrevista de admisión en la escuela de San Francisco. Sin embargo, es rechazada. A raiz de esto los Flanagan contratan a Mrs. Kelley, maestra especialista, como tutora individual de Natalie, para prepararla para una segunda entrevista de admisión. En la escena descrita arriba Natalie había imitado en forma burlona la manera de hablar de la señora. Lo de los botones viene porque Natalie tenía un interés obsesivo en su caja de botones y pasaba horas ordenándolos y clasificándolos. La maestra intentaba corregir esta conducta.

Comentario final: como madre de un joven con discapacidad y de dos hijos más, leer este libro me sirvió de alerta. Sobre la importancia de equilibrar las relaciones familiares y sobre lo complejo de la relación entre hermanos. También sobre lo que puede hacernos resilientes y fuertes ante la adversidad: una sobredosis de amor, creatividad y tenacidad.

Autora: Angela Couret
Webmaster pasoapaso.com.ve

Sobre AL CAPONE DOES MY SHIRTS
Autora: Gennifer Choldenko
G.P. Putnam's Sons
ISBN: 0399238611
Recomendado para edades entre 8-12 años
240 pages


Sobre el libro:

 

AL CAPONE DOES MY SHIRTS
by Gennifer Choldenko
G.P. Putnam's Sons
ISBN: 0399238611
Recomendado para edades entre 8-12 años
240 pages

 

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Comprendiendo mejor el síndrome de Asperger a través de la experiencia de un niño mexicano.

Foto de niño con expresión seria

La experiencia de convivir con los niños y las niñas, nos ofrece la oportunidad de poder observar las cosas de una manera diferente. Cuando nos encontramos con un niño o una niña feliz, los grandes problemas se hacen pequeños, el tiempo no existe, cuando sonríen es tan espontáneo y contagioso, que nos alegra a tal grado que participamos de su mundo mágico.

A través de las relaciones que establecemos con los niños y niñas, aprendemos a comunicarnos con ellos de una manera diferente. Es entonces, cuando se despierta en nosotros el deseo de querer conocer más de su mundo infantil lleno de fantasías y de deseos por descubrir el por qué de las cosas y de los acontecimientos.
 
La convivencia continua con los niños, nos permite conocer su historia de vida y al hacerlo, nos damos cuenta que no todas las historias reflejan una vida feliz y exitosa. Algunos niños se tienen que enfrentar desde su nacimiento a problemas de distinta naturaleza, vinculados en algunos casos con la salud, otros con la adaptación al medio y algunos más con factores que limitarán su aprendizaje. Este tipo de niños, se tiene que enfrentar permanentemente a sus limitaciones, debiendo resolver cotidianamente obstáculos de diferente índole para poder tener relaciones sociales adecuadas que los beneficiarán en su desarrollo personal.
 
Las historias de vida de los niños con el síndrome de Asperger, pertenecen a este segundo grupo. Ellos tendrán que aprender, entre otras muchas cosas, a comunicarse adecuadamente, a interactuar con sus pares, a comprender los estados de ánimo de los demás, a manejar su impulsividad y también tendrán que aprender estrategias que posibiliten su desarrollo intelectual y afectivo.

Conociendo el síndrome de Asperger a través de un niño mexicano

Me gustaría que a través de un niño Mexicano, M., quien presenta el síndrome de Asperger y que actualmente cursa 3er. año de primaria en una escuela regular, pudieran conocer los rasgos principales de su personalidad, desarrollo y adaptación escolar.
 
Antes de conocer a M. considero pertinente hacer una breve reseña histórica del Síndrome de Asperger y posteriormente señalar algunas de las características que suelen presentar los niños que presentan este Síndrome.

El pediatra Vienés Hans Asperger describió en su tesis doctoral publicada en 1944 a un grupo de 4 niños que tenían características inusuales en cuanto a sus capacidades sociales, lingüísticas y cognitivas utilizando el término de "psicopatía autista" con el que describía las características del desorden de personalidad de los niños que estudió. Asperger muere en 198,0 poco antes de que el Síndrome que lleva su nombre obtuviera un reconocimiento internacional.

Posteriormente, en los casos observados por Lorna Wing, quien fue la primera persona en usar el término Síndrome de Asperger en un trabajo publicado en 1981, describe las características conductuales de los sujetos estudiados los cuales se parecían a las descripciones hechas por Asperger. Este trabajo le permitió a Wing señalar por primera vez las principales características clínicas del Síndrome de Asperger. Esta autora, elaboró una lista en la que señala algunos criterios diagnósticos que puntualizan las características de los sujetos con el síndrome de Asperger:

1. Interacción social inapropiada con rasgos ingenuos y unipolares. No hay empatía ni reciprocidad. La capacidad para hacer amigos se encuentra muy limitada y en algunos casos es incapaz de establecer lazos afectivos.

2. Habla: no se observa retraso en su inicio; sin embargo el contenido es extraño, pedante y estereotipado. La comunicación verbal es poca o nula. Se pueden observar voz monótona, gestos inapropiados o poca expresión facial.

3. Presentan resistencia al cambio y gusto por actividades repetitivas. Ante algunos temas u objetos se les encuentra absortos.

4. Sus movimientos o posturas son extraños y mal coordinadas. En algunas ocasiones, sus movimientos son estereotipados.

5. Presentan buena memoria de repetición, intereses especiales y muy limitados.

Escalante y Marcos (2000), señalan que la edad de aparición aproximada del Síndrome de Asperger es a los tres años. Los niños con este Síndrome empiezan a caminar tarde, pero antes empiezan a hablar. Su lenguaje se orienta a la comunicación pero se queda en "un tráfico de un solo sentido", pues no es un lenguaje recíproco. Los niños con el Síndrome de Asperger evitan tener un contacto ocular con los demás; estos niños viven en nuestro mundo, pero a su manera, presentando alteraciones en las habilidades sociales. Sin embargo, su pronóstico en este aspecto es bueno. Los niños con el Síndrome de Asperger, tienen rasgos de personalidad y de conducta muy especiales entre los que se señala un interés muy intenso en algún teme en particular.
 
Después de conocer en parte la historia del Síndrome de Asperger y sus características finalmente, conoceremos a M.

En 1998 cuando M. tenía 5 años 2 mese tuvimos nuestro primer encuentro que a continuación narraré:

En ese día de invierno, llegué, como todas las tardes, a mi salón de trabajo dispuesta a entrevistar por primera vez a una pareja que traía a su pequeño hijo. La puerta del salón se encontraba cerrada. Se respiraba un ambiente tranquilo, interrumpido por unos repiqueteos en la puerta acompañados de una voz infantil que decía: "Abran, está cerrado, abran carajo… papito (refiriéndose a él) cálmate ya vas a entrar…, ya llegué…".

Al abrir la puerta, me encontré con M. El pequeño intentaba desprenderse de las manos de su madre para poder entrar al salón y ver qué había en él. Contrastando con la impulsividad del niño, sus padres se mantenían rígidos en el umbral de la puerta, al mismo tiempo que trataban de contenerlo. 

Para los padres de M., la entrevista se desarrolló en un ambiente un poco tenso, ya que querían controlar todo el tiempo los movimientos del niño diciéndole: "No toques, siéntate, vamos a platicar…haz caso, contrólate papito, pórtate bien…".

Mientras transcurría la entrevista, M. nos ignoraba y jugueteaba con un cochecito que había encontrado al abrir un cajón. Se entretuvo por algún tiempo explorando un espacio que le ofrecía descubrir nuevos objetos. M. parecía haber encontrado un lugar donde refugiarse.
 
Les pedí a los padres de M. que lo dejaran actuar libremente mientras platicábamos, lo cual sirvió por una parte para que los padres se sintieran más relajados y, por la otra, me permitió observar la conducta del niño quien parecía no haberme visto, me ignoraba y al parecer, no le interesaba mi presencia.
 
M. es un niño que no puede pasar inadvertido, su pelo ensortijado enmarca una carita alegre cuyos ojos profundamente negros e inquietos se mueven constantemente. En algunos momentos, su mirada la percibí ausente, distante e impenetrable y el establecimiento adecuado de contacto visual fue esporádico.
 
En la primera entrevista y en las subsiguientes, observé que M. tenía muchos problemas para poder concentrarse y manejar sus impulsos. Cuando se encontraba en el área de trabajo, daba la sensación como si una ráfaga de viento hubiera entrado y empezara a mover los objetos, no había respeto a los espacios de "los otros", parecía no conocer límites y nos ignoraba. Abría y cerraba cajones, se movía de un lado a otro como si buscara algo pero sin tener un objetivo específico.

Los padres informaron que la historia personal de M. se inició con algunas complicaciones, ya que durante el período perinatal presentó sufrimiento fetal secundario a trabajo de parto prolongado al haber presentado circular de cordón. No obstante las maniobras obstétricas aplicadas, M. presentó anoxia originada por haber broncoaspirado líquido del meconio. Secundario a ello, se originó un cuadro de paro respiratorio habiendo sido necesaria la aplicación de maniobras de resucitación. M. fue atendido neurológicamente desde ese momento, ya que se presentaron dos episodios convulsivos que fueron controlados con Epamín, medicamento que fue suspendido a los tres meses de edad al no volverse a presentar crisis convulsivas.

Durante su primer mes de vida, M. permaneció veinticinco días en terapia intensiva recibiendo respiración artificial por problemas de neumotórax. Superado este período crítico, la existencia de M. transcurrió aparentemente sin problemas serios de salud. Sin embargo, las pautas de maduración en cuanto al desarrollo motor y del lenguaje se dieron con cierta lentitud, por lo que el nivel de su desarrollo general estaba ligeramente por abajo de lo esperado para su edad cronológica, pero sin llegar a ser preocupantes para los padres estas observaciones. Hasta antes de cumplir los 2 años 9 meses de edad, fue un niño risueño, afectivo e interactuaba con sus familiares sin problemas; no obstante era muy inquieto, lo cual agotaba a la madre.

Cuando cumplió los 2 años 9 meses de edad M. ingresó al "Cuarto de bebes" en un colegio particular de la ciudad de México, el cual aplica el sistema Montessori con sus alumnos del Jardín de Niños. Fue ahí donde la guía se percató de las primeras conductas atípicas de M. informando de ello a los padres del niño. El reporte de la guía, señalaba la presencia de un inconstante balanceo corporal y aislamiento del niño con respecto a sus compañeros. También les señaló que M. durante el desarrollo del trabajo que se realizaba con el grupo dentro del ambiente Montessori, no mostraba interés por los objetos que se le enseñaban. La guía lo percibía "ausente", no tenía contacto con ella. Les dijo que en algunas ocasiones, cuando estaba muy ansioso y poco tolerante, se agredía golpeándose la cabeza con la pared o en el piso. Los padres se inquietaron mucho ante los comentarios de la guía y también lo observaron en la casa, con lo cual pudieron constatar lo dicho por la guía.

En el ámbito familiar los problemas se acentuaron, ya que M., aparte de presentar las conductas anteriormente señaladas, también tenía alterado el patrón del sueño, despertándose por las noches y teniendo mucha dificultad para conciliarlo nuevamente. El trastorno en el sueño tuvo repercusiones negativas en los miembros de la familia, ya que los padres se sentían agotados y poco tolerantes. Aunado a esto, M. se encontraba muy irritable y su hiperactividad se acentuó. También aparecieron en el niño manifestaciones negativas en su conducta, reflejándose en su poca tolerancia a los ruidos fuertes, así como muestras de ansiedad, llanto e incomodidad cuando se encontraba en lugares muy concurridos. Ante estos problemas, los padres de M. se sentían muy confundidos y desorientados, por lo cual, decidieron buscar ayuda profesional. Acudieron de un profesional a otro, ya que los diagnósticos eran muy contradictorios, y ninguno determinante.

M. fue diagnosticado inicialmente por el primer neuropediatra al que acudieron como un niño con "inmadurez neurológica generalizada", posteriormente solicitaron una evaluación psicológica en la cual se le catalogó como "psicótico", otro diagnóstico más lo señaló como un niño con "déficit de atención" aunado a problemas de hiperactividad y retardo generalizado en los procesos de aprendizaje.

En la medida en que los padres solicitaban una nueva opinión, el desconcierto se incrementaba y la confusión en la que se encontraban era abrumadora. El factor que más les angustiaba en aquellos momentos, fue que M. no estaba siendo atendido adecuadamente. Ellos estaban haciendo todo lo que estaba a su alcance, pero no veían mejoría en el niño; los problemas conductuales, de sueño, de lenguaje, de adaptación y de aprendizaje se agudizaban, y ellos no sabían que hacer.

No fue sino hasta que M. cumplió los cinco años de edad cuando después de habérsele aplicado una serie de pruebas, tanto en el aspecto neurológico como en el psicopedagógico y del lenguaje, fue diagnosticado como un niño que presentaba el Síndrome de Asperger.

Como se pueden dar cuenta, diagnosticar a los niños que presentan el Síndrome de Asperger no es una cuestión sencilla. Para ello es necesario contar con un equipo de especialistas que estudien minuciosamente el caso, siendo en algunas ocasiones necesaria la medicación que ayudará a reducir los estados de angustia, hiperactividad e inclusive alteraciones en los períodos de sueño.

Al recibir los padres de M. el diagnóstico definitivo, pasaron por una etapa de negación ya que no es fácil aceptar que su hijo, por las características conductuales, de socialización y de comunicación que manifiesta, se encuentra ubicado dentro del Espectro Autista. Pasado este período de negación, finalmente los padres de M. aceptaron el diagnóstico y se abocaron a investigar las mejores propuestas de atención que había para el manejo del niño.

Sugerencias pedagógicas propuestas para lograr la integración de M. al aula regular

A continuación se dan a conocer las sugerencias que se le propusieron a la maestra de M. para lograr la integración del niño a una aula regular:

a. Conocimiento de las características del síndrome por sus pares y sensibilización del grupo donde se integró a M. El conocimiento de las características conductuales, sociales y de comunicación, les permiten a los niños con el Síndrome de Asperger integrarse con mayor facilidad al aula regular, ya que sus pares los comprenden y los ayudan en muchas ocasiones a contenerse.

b. Empleo cotidiano de un cronograma de actividades: Mediante el empleo cotidiano del cronograma, el niño con el síndrome de Asperger puede anticipar situaciones y rutinas las cuales, si se llegaran a presentar intempestivamente, podrían ocasionarle ansiedad, inseguridad e impulsividad en la ejecución del trabajo, y con ello se provocaría la aparición de conductas no adecuadas. El cronograma es una guía gráfica de los acontecimientos y acciones que el niño realizará durante el transcurso del día. Con su empleo, se puede lograr en el niño con el síndrome de Asperger una mayor flexibilidad mental, ya que él tiene la posibilidad de anticipar acontecimientos

Rivière y Martos (1996), señalan que junto a los trastornos de comunicación, de establecimiento de relaciones sociales y de imaginación, los niños autistas también presentan trastornos para encontrar el sentido a sus acciones. El niño, tiene muchas dificultades para el manejo del futuro, lo que está muy relacionado con la tesis del déficit en funciones ejecutivas.

Con el manejo del cronograma, se estimulan las funciones ejecutivas en las cuales se incluye la planificación de conductas dirigidas hacia una meta concreta, la organización del tiempo, de actividades, así como la inhibición de respuestas inapropiadas y de conductas perseverativas.

En el cronograma, se le da más sentido a las acciones por realizar. El niño tiene la oportunidad de predecir y puede percatarse con más claridad de las metas finales de su trabajo y conducta.

c. Aplicación de un lenguaje claro y preciso: Los niños con el Síndrome de Asperger tienen dificultad para entender instrucciones y órdenes complejas por lo cual, es necesario simplificarlas.

d. Empleo de claves visuales: Es de gran ayuda emplear claves visuales por medio de las cuales el niño podrá reconocer avisos, objetos, actividades y acontecimientos.

e. Flexibilidad en el manejo del ritmo de trabajo, así como en otorgar y administrar el tiempo en el momento en el que el niño con el Síndrome de Asperger da respuestas y desarrolla actividades: Los niños con el Síndrome de Asperger, manejan de una forma diferente los tiempos de ejecución de las tareas. Se sienten muy inseguros y ansiosos si se les presiona. Es necesario respetar su ritmo para no angustiarlos.

f. Prestar ayuda y apoyo en los momentos en los que el niño no pueda manejar la frustración: Cuando el niño no pueda resolver alguna situación problemática, es necesario que se le preste ayuda y se le apoye para que se sienta seguro y se eviten conductas impulsivas.

g. Reforzar y reconocer logros y conductas positivas: El niño con el Síndrome de Asperger, se siente muy feliz cuando ha logrado alcanzar un objetivo y se siente muy motivado para seguir trabajando cuando se reconocen sus logros. Es recomendable reforzar sus éxitos y conductas positivas, ya sea en forma verbal diciéndole algunas palabras de aliento o proporcionándole una caricia (cuando esto le agrade).

h. Libertad en el manejo del tiempo fuera dentro de una actividad de aprendizaje: Cuando la tarea que está desarrollando el niño le causa fatiga, y con ello momentos de ansiedad y estrés, las conductas que presentan son de impulsividad al abandonar la tarea que está realizando, además de negarse a continuar con el trabajo iniciado. Podemos deducir que los factores que intervienen para abandonar la actividad se deben a una sobrecarga sensorial, lo cual origina en el niño que tienda a desequilibrarse fácilmente ante la tarea. Se sugiere en estas ocasiones, suspender la actividad que se está realizando y continuar observando las conductas que el niño realiza para poder aplicar en otro momento actividades menos estresantes.

En el aula, cuando los períodos para desarrollar una actividad son muy prolongados, el niño tiende a pararse de su lugar y pasear libremente alrededor del aula. En las ocasiones en las que esta conducta se presente, inicialmente se puede permitir, siempre y cuando no interrumpa el trabajo que en esos momentos estén realizando sus compañeros. En el caso contrario, cuando se le obliga a continuar y a estar en su lugar, la tendencia conductual será de llanto, originándose episodios de berrinche e impulsividad. Sin embargo, la libertad de acción lo tranquilizará y posteriormente se podrá reanudar nuevamente la tarea que quedó inconclusa.

En la medida en que el niño va tomando consciencia de sus actitudes y va adquiriendo mayor control de sus impulsos, se le irán marcando límites más estrictos.

En la búsqueda de estrategias para conocer mejor a los niños y niñas con el Síndrome de Asperger y poder interactuar con ellos en el aula regular, se consideraron a las estrategias lúdicas como las más adecuadas, ya que el desarrollo de la afectividad, de la socialización, de la motricidad y del conocimiento, están estrechamente relacionadas con las actividades del juego, mediante las cuales, los niños y niñas son capaces de poner en práctica todos sus sentidos, sus habilidades y sus destrezas. Por medio del juego, pueden adaptarse a la realidad, pueden manejar sus miedos, temores, frustraciones, sus impulsos y sus sentimientos, así los niños y niñas aprenden y son felices.

A través de las estrategias lúdicas el niño con el Síndrome de Asperger:

· Mejora sus relaciones sociales: Al darle la oportunidad de desarrollar conductas que le permitan iniciar, establecer y mantener relaciones adecuadas con las personas que lo rodean e interactuar adecuadamente con ellas.
 
· Incrementan la capacidad de referencia conjunta: Al proporcionarle experiencias en donde tenga la necesidad de participar verbalmente en la planeación de eventos o actividades y en las cuales tienen que intervenir otras personas para lograr un fin determinado al tener un mismo objetivo.
 
· Desarrollan funciones comunicativas: Al darle la oportunidad de expresar sus deseos, sentimientos e ideas tratando de que lo haga en forma clara.
 
· Estimulan el lenguaje expresivo: Al propiciar situaciones adecuadas en las que el niño pueda manifestar sus emociones y sentimientos.
 
· Desarrollan el lenguaje receptivo: Al sensibilizarlo para que pueda entender tanto el lenguaje verbal como el no verbal.
 
· Al niño se le capacita para que pueda manejar adecuadamente estrategias de anticipación y planeación: Al darle la oportunidad de conocer eventos y acontecimientos en donde puede anticipar consecuencias.
 
· Mejora la flexibilidad de su pensamiento: Al proporcionarle estrategias para que sea capaz de adaptarse a situaciones nuevas sin angustiarse.
 
· Estimula la ficción o imaginación: Al invitarlo a participar en juegos de ficción e imaginación representando a diferentes personajes.
 
· Incrementa su capacidad de imitación: Al enseñarle estrategias con las cuales sea capaz de imitar conductas, actitudes, forma de comunicarse y expresarse.

Mediante la aplicación de las estrategias lúdicas trabajadas durante el año escolar, M. pudo entender comportamientos no verbales, estableció relaciones sociales adecuadas con sus pares y pudo acceder a la apropiación de conocimientos lingüísticos, matemáticos y los relacionados con el medio ambiente y la salud.
 
Actualmente, M. es feliz al cursar 3er. año de primaria en una aula regular en donde aprende, ríe y juega como los demás niños de su misma edad.

Autora: Crisanta Cruz González de Escalante
Especialista en Problemas de Aprendizaje y lenguaje.
Maestría en Psicodiagnóstico.
México 2004

Referencias:
 
Escalante, C. y Marcos, E. (2000). Síndrome de Asperger, programa de intervención para
la educación sexual del adolescente. México, UDLA.

Rivière, A. Y Martos, J. (1997). El tratamiento del autismo: nuevas perspectivas. Madrid, 

Artegraf.

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